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lunes, 19 de noviembre de 2012

Capítulo 4

Al tercer día, gracias a las curas de Kora, las heridas de Neit estaban mucho mejor por lo que emprendieron su viaje. Un viaje sin rumbo del que no sabían el final.
Sabían que debían buscar pero la pregunta era ¿por dónde empezar? No tenían muchas pistas, por no decir ninguna.
Tras hablar sobre ello largo y tendido habían decidido ir hasta Nourrat, uno de los reinos del norte que estaba gobernado por el tío de Kora, hermano de su madre.
"...madre de sangre derramada que portan ahora reales ojos sin miedo..."
Con ese pensamiento Kora vovió a tranquilizarse diciendose que iban por el camino correcto.
Neit, sin embargo, no estaba tan convencido. Si de algo se caracterizaban las profecías era de ser engañosas, además le parecía absurdo el simple hecho de tener que obecer a un papel pero su princesa mandaba y el debía acatar las órdenes y callar.
A medio día decidieron  parar en una pequeña explanada, almorzaron algunas frutas silvestres, Neit estaba exausto y se quedó allí descansando mientras Kora iba a cazar algo.

Se había encaramado a un árbol, la verdad es que para ser princesa era bastante ágil. Debido a su condición había tenido que aprender a defenderse, ya que siendo la hija única del reino más envidiado más de uno intentaría secuestrarla o matarla para lograr el trono.
Quería concentrarse en su labor pero sus pensamientos estaban en un claro del bosque con él.
Un ruído entre la espesura la hizo volver a la realidad. ¡Genial, un jadu! Si lo cazaba tendrían provisiones para varios días.
Los jadus eran unos animales bastante corpulentos pero su tamaño engañaba. Era muy fáciles de cazar.
Sus siete patas peludas le entorpecían a la hora de correr. Podían ser de mil colores, este que Kora había avistado era rojo ido.
Como había pensado no le costo mucho trabajo, bastó con una simple trampa, lo cargó a su espalda y volvió.
Ya había oscurecido cuando llegó, su compañero habia encendido una fogata. A la luz del fuego se le veía tan...¡Pero que estaba pensando! No había tiempo de enamoramientos adolescentes.
Despellejaron  la presa y la cortaron en trozos, cogieron dos, guardaron los otros y pusieron su cena a la lumbre.
Era extraño, cualquiera estaría triste después de abandonar su hogar y de enterarse que su vida ha sido una mentira pero la sonrisa de Neit, su energía y sus ojos risueños le hacían olvidar que probablemente no tardarían en morir.

Como el día anterior vió la puerta de su celda abrirse de nuevo, no lo soportaría otra vez.
Su angustia aumentaba a medida que el mago se acercaba a ella. Iba a rogarle clemencia cuandoel muchacho se llevo un dedo a los labios indicando que se callara, acto seguido se agachó y quedó frente a ella.
-Voy a sacarte de aquí.- dijo ante la mirada de incredulidad que le dirigió la prisionera. Rozó las cadenas con el dedo y estas se abrieron sin hacer ruido alguno.
Le aferró la mano pero ella no tenía fuerzas para ponerse en pie asi que la cogió en brazos y se encaminó hacia la salida. Fuera todos los guardias dormían por lo se relajó un poco pero seguía preguntandose ¿que habría hecho cambiar de opinión a su impasible torturador?  Antes de perder el sentido pudo la palma de la mano del hechicero posandose en su frente y la sonrisa tranquilizadora que este le brindó.

Abrió lentamente los ojos, esperaba haberlo soñado todo presa del delirio, esperaba volver a sentir el dolor de sus muñecas a causa de las cadenas, volver a sentir el frío suelo de piedra en su piel. Sin embargo, despertó en una cama caliente, estaba en una pequeña habitación de paderes, suelo y techo de madera. La cama esta recogida en un ricón y en frente una humeante chimenea contribuía a ese toque hogareño tan agradable. Se incorporó retirando las sábanas y se miro maravillada, todas sus heridas habían desaparecido.
Iba a salir de la cama cuando alguien entro en la sala. Era....¡el mago! La había salvaedo pero no podía olvidar que también la había torturado apenas unas horas antes.
-Vaya, ya has despertado.-dijo con voz amable y esa sonrisa amable en los labios ¿Cómo te encuentras Mess? Era Mess ¿no?
Mess se había quedado sin habla, no era posible tal cambio de actitud en tan poco tiempo. El chico notó su temor agachó la cabeza, la miró alzando la vista y dijo:
-Lo siento, suele pasar, me llamo Gresh pero no soy quien tu piensas. Soy su hermano.

-¡Tu hermano!- el rey paseaba de un lado a otro por la sala del trono.- Seft confio en ti y siempre me has sido fiel. Ahora más que nunca quiero que me demuestres cuan sincera es tu lealtad. Quiero a la prisionera de vuelta y la cabeza de Gesh.
Seft vaciló por un momento, seguía con la rodilla hincada en el suelo, un sudor frío le recorría la espalda. No, fuera su hermano o no, había incumplido la ley.
Se levanto despacio y, aún con la cabeza baja en gesto de sumisión, asintió y salió de la sala.
Una vez se hubo cerrado la puerta una risa cantarina e inocente rompió el silencio.
-Parece que esto se pone interesante.- Mireya se acerco al rey juguetona y no se amilanoó cuando este le dirigió una mirada asesina.

Kora tiritó sin poder evitarlo, se estaba quedando helada. El fuego se había apagado y no habían sido capaces de encender otro. Hacía rato que habían decidido irse a dormir pero al parecer ninguno era capaz de hacerlo.
Sin previo aviso Neit se giró hacia Kora y la abrazópor la espalda rodeando su cintura. La princesa iba a protestar pero su calor la reconfortaba y el también estaba temblando. No le quedaba otra, se dijo, además no le incomodaba. Se acurrucó contra su pecho y tomó la mano que la rodeaba. Sonrió cuando Neit deposito un suave beso en su nuca.Y así los dos se quedaron dormidos recuperando fuerzas para continuar su aventura.

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