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lunes, 18 de marzo de 2013

Lo siento.

Lo siento por quien me leyera pero cuando algo va mal hay que saber parar a tiempo, y a esta historia le falta originalidad.

lunes, 25 de febrero de 2013

Capítulo 9

Neit obsevó a Kora a la luz de la hoguera, estaba preciosa.
La morkia que los había abordado en la plaza, Ashta, los había conducido por el bosque hasta una estrecha gruta, una vez allí gatearon por el tunel que, a su vez, se dividía en millones de pequeños caminos. No sabría decir cuanto rato estuvieron andando a oscuras pero, cuando salieron, ya era de noche en la extraña tierra en la que se encontraban.
Los árboles tenían hojas de mil colores; las flores, de diversas foras, desprendían olores nuevos y exóticos. A Neit le llamó la atención que todas fueran blancas pero, aun así, eran las más bonitas que había visto nunca.
Ashta les había contado que el "rey", en realidad, se llamaba Fabian y que era uno de los magos más poderosos. Hacía dieciséis años, el día en que la princesa nació, alguien irrumpió en el castillo. No le acompañaba nungún ejército, no parecía un hombre fuerte, ni siquiera portaba un arma, mas solo con levantar la mano todos los humanos del castillo se convirtieron en piedra. Todos, excepto sus majestades.
Por aquel entonces había morkias trabajando en el castillo. Eran de un clan distinto, de piel vieoleta. Eran muy tranquilos y les gustaba cuidar de los demás pero cuando la persona de la que cuidaban se veía amenazada, luchaban hasta la muerte si era necesario.
Fabian extinguió este clan.. Es por eso que dese entonces los morkias no se relacioinan con los humanos frecuentemente.
Cuando el mago llegó a los aposentos de la reina, esta tenía un precioso bebé en sys manos, aun no había abierto los ojos. Una morkia azul que había acudido para ayudar a las suyas, contempló anonadada como su majestad soltaba a la criaturra en la cuna, como se volvió hacia el invasor con una daga en la mana, como este sonrió pensando que pretendía defenderse y, finalmente, como clavaba la daga en su propio corazón.
La reina murió en el acto y el rey fue encerrado en una mazmorra oculta mágicamente. El nuevo monarca sustituyó la imagen del verdadero por la suya en las mentes del pueblo, olvidandose de las mokias. Una vez hubo acabado se inclinó sobre la cuna y la pequeña abrió los ojos. Unos ojos rojos como la sangre que perseguirían a Fabian en sus pesadillas durante mucho tiempo.
-Esos ojos son la prueba, querida - había dicho la morkia .- Tu madre era una poderosa hechicera, no lo suficiente como para vencerle pero si para protegerte de él. El día que cumplas diecisiete años, el hechizo se romperá liberando un inmenso torrente mágico que acabará con su vida...y con la tuya.
Tras decir estas palabras los primeros rayos del sol alcanzaron el claro y las extrañas flores blancas se tiñeron de rojo sangre. Ashta al ver que la princesa las miraba dijo:
- Obsequio de tu madre, querida.
Kora se estremeció y sintió a Neit a su lado, abrazándola con ademán protector.

viernes, 25 de enero de 2013

Capítulo 8

Gresh salió de golpe del trance en el que se había sumido conel hechizo de recuperación. Solo un peligro inmediato sería capaz de romper el encantamiento. Su hermano estaba a punto de llegar.
Recorrió el terreno con sus ojos azules ¿por dónde vendría Seft? Se concentró en el vínculo que lo unía a su gemelo, lo notaba cada vez más fuerte. Sí, ahí estaba, a diez minutos por el norte.
Despertó a Mess e hizo que escalara lo más alto que pudiera al árbol que los había cobijado en sus raices.
Mess prometió que no bajaría pasara lo que pasase pero si su salvador estaba en peligro no pensaba quedarse mirando como moría.
Seft entró en el claro con paso tranquilo pero decidido, ya sabía que lo estaban esperando.
Estudió a su hermano con una mirada recelosa, entornando un poco sus fríos ojos azules. Gresh se la devolvió mas la suya fue una mirada esperanzada, deseosa de arreglar las cosas sin necesidad de pelear. Típico de Gresh, se dijo. Podían ser iguales por fuera pero sus persoalidades eran totalmente opuestas.
-Diría que me alegro de verte pero mamá solía decir que no debemos mentir. - dijo Seft, tiñiendo de un matiz burlón su impasible tono de voz.
-Terminemos esto de una vez. - respondió Gresh con resignación.
Seft esbozó una sonrisa de superioridad.
Se observaron mútuamente mientras preparaban sus hechizos.  Gresh llevaba tiempo pensando en los que podía usar pero ninguno lograría rozar a Seft, igual que los de Seft no lograrían rozarlo a él. Solo había una posibilidad, era peligroso. Si no lo controlaba bien o expulsaba más magia de la cuenta podría morir y, de paso, destruirlo todo a veinte kilómetros a la redonda.
No tenía elección.
Estaban el uno frente al otro, como si se estuvieran reflejando en un espejo. Los mismos ojos penetrantes, el mismo pelo revuelto, el mismo rostro serio e incluso la misma pose.
Gresh dedicó un último pensamiento a su hermano. No volvería a verlo después de aquello bien porque lo mataría o bien porque él mismo staría muerto.
Sus voces eran un susurro apenas audible que recitaban una retaila de palabras intangibles. Léntamente levantaron los brazos, casi a la vez. No se dieron cuenta de que estaban realizando el mismo hechizo hasta que el primer torrente de magia chocó. De sus manos brotó una luz de extraño color, cuando se encontraron una especie de pared de cristal apareció entre los dos rayos.
El sudor perlaba sus frentes, sus respiraciones esaban agitadas. La fría expresión de Seft, normálmente imperturbable, se había contraido en una mueca de dolor, al igual que la de su hermano. Sus labios continuaban recitando, llegados a este punto no podían parar. Comenzaron a ivocar a los elementos.
Fuego; un círculo de altas llamas los rodeó.
Aire; un fuerte viento avivó la hoguera convitiéndola en un tornado ardiente.
Tierra; decenas de raíces salían de la nada y comenzaban a trepar por sus piernas.
Agua; la magia se le escapaba, el hielo comenzó a inmovilizar a Gresh.
Una explosión, un grito, ¡Mess!, y después oscuridad. Seft había ganado.