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lunes, 25 de febrero de 2013

Capítulo 9

Neit obsevó a Kora a la luz de la hoguera, estaba preciosa.
La morkia que los había abordado en la plaza, Ashta, los había conducido por el bosque hasta una estrecha gruta, una vez allí gatearon por el tunel que, a su vez, se dividía en millones de pequeños caminos. No sabría decir cuanto rato estuvieron andando a oscuras pero, cuando salieron, ya era de noche en la extraña tierra en la que se encontraban.
Los árboles tenían hojas de mil colores; las flores, de diversas foras, desprendían olores nuevos y exóticos. A Neit le llamó la atención que todas fueran blancas pero, aun así, eran las más bonitas que había visto nunca.
Ashta les había contado que el "rey", en realidad, se llamaba Fabian y que era uno de los magos más poderosos. Hacía dieciséis años, el día en que la princesa nació, alguien irrumpió en el castillo. No le acompañaba nungún ejército, no parecía un hombre fuerte, ni siquiera portaba un arma, mas solo con levantar la mano todos los humanos del castillo se convirtieron en piedra. Todos, excepto sus majestades.
Por aquel entonces había morkias trabajando en el castillo. Eran de un clan distinto, de piel vieoleta. Eran muy tranquilos y les gustaba cuidar de los demás pero cuando la persona de la que cuidaban se veía amenazada, luchaban hasta la muerte si era necesario.
Fabian extinguió este clan.. Es por eso que dese entonces los morkias no se relacioinan con los humanos frecuentemente.
Cuando el mago llegó a los aposentos de la reina, esta tenía un precioso bebé en sys manos, aun no había abierto los ojos. Una morkia azul que había acudido para ayudar a las suyas, contempló anonadada como su majestad soltaba a la criaturra en la cuna, como se volvió hacia el invasor con una daga en la mana, como este sonrió pensando que pretendía defenderse y, finalmente, como clavaba la daga en su propio corazón.
La reina murió en el acto y el rey fue encerrado en una mazmorra oculta mágicamente. El nuevo monarca sustituyó la imagen del verdadero por la suya en las mentes del pueblo, olvidandose de las mokias. Una vez hubo acabado se inclinó sobre la cuna y la pequeña abrió los ojos. Unos ojos rojos como la sangre que perseguirían a Fabian en sus pesadillas durante mucho tiempo.
-Esos ojos son la prueba, querida - había dicho la morkia .- Tu madre era una poderosa hechicera, no lo suficiente como para vencerle pero si para protegerte de él. El día que cumplas diecisiete años, el hechizo se romperá liberando un inmenso torrente mágico que acabará con su vida...y con la tuya.
Tras decir estas palabras los primeros rayos del sol alcanzaron el claro y las extrañas flores blancas se tiñeron de rojo sangre. Ashta al ver que la princesa las miraba dijo:
- Obsequio de tu madre, querida.
Kora se estremeció y sintió a Neit a su lado, abrazándola con ademán protector.