Vistas de página en total

viernes, 25 de enero de 2013

Capítulo 8

Gresh salió de golpe del trance en el que se había sumido conel hechizo de recuperación. Solo un peligro inmediato sería capaz de romper el encantamiento. Su hermano estaba a punto de llegar.
Recorrió el terreno con sus ojos azules ¿por dónde vendría Seft? Se concentró en el vínculo que lo unía a su gemelo, lo notaba cada vez más fuerte. Sí, ahí estaba, a diez minutos por el norte.
Despertó a Mess e hizo que escalara lo más alto que pudiera al árbol que los había cobijado en sus raices.
Mess prometió que no bajaría pasara lo que pasase pero si su salvador estaba en peligro no pensaba quedarse mirando como moría.
Seft entró en el claro con paso tranquilo pero decidido, ya sabía que lo estaban esperando.
Estudió a su hermano con una mirada recelosa, entornando un poco sus fríos ojos azules. Gresh se la devolvió mas la suya fue una mirada esperanzada, deseosa de arreglar las cosas sin necesidad de pelear. Típico de Gresh, se dijo. Podían ser iguales por fuera pero sus persoalidades eran totalmente opuestas.
-Diría que me alegro de verte pero mamá solía decir que no debemos mentir. - dijo Seft, tiñiendo de un matiz burlón su impasible tono de voz.
-Terminemos esto de una vez. - respondió Gresh con resignación.
Seft esbozó una sonrisa de superioridad.
Se observaron mútuamente mientras preparaban sus hechizos.  Gresh llevaba tiempo pensando en los que podía usar pero ninguno lograría rozar a Seft, igual que los de Seft no lograrían rozarlo a él. Solo había una posibilidad, era peligroso. Si no lo controlaba bien o expulsaba más magia de la cuenta podría morir y, de paso, destruirlo todo a veinte kilómetros a la redonda.
No tenía elección.
Estaban el uno frente al otro, como si se estuvieran reflejando en un espejo. Los mismos ojos penetrantes, el mismo pelo revuelto, el mismo rostro serio e incluso la misma pose.
Gresh dedicó un último pensamiento a su hermano. No volvería a verlo después de aquello bien porque lo mataría o bien porque él mismo staría muerto.
Sus voces eran un susurro apenas audible que recitaban una retaila de palabras intangibles. Léntamente levantaron los brazos, casi a la vez. No se dieron cuenta de que estaban realizando el mismo hechizo hasta que el primer torrente de magia chocó. De sus manos brotó una luz de extraño color, cuando se encontraron una especie de pared de cristal apareció entre los dos rayos.
El sudor perlaba sus frentes, sus respiraciones esaban agitadas. La fría expresión de Seft, normálmente imperturbable, se había contraido en una mueca de dolor, al igual que la de su hermano. Sus labios continuaban recitando, llegados a este punto no podían parar. Comenzaron a ivocar a los elementos.
Fuego; un círculo de altas llamas los rodeó.
Aire; un fuerte viento avivó la hoguera convitiéndola en un tornado ardiente.
Tierra; decenas de raíces salían de la nada y comenzaban a trepar por sus piernas.
Agua; la magia se le escapaba, el hielo comenzó a inmovilizar a Gresh.
Una explosión, un grito, ¡Mess!, y después oscuridad. Seft había ganado.